¿De verdad que la mujer es más mala que el hombre?

Hoy he tenido esta discusión con tres miembros de mi familia, en el almuerzo, justo hoy, un día después del 8 de marzo y, sorprendentemente, los tres (los tres que no eran yo, claro!) opinaban así: la mujer es naturalmente más malvada que el hombre. Toma ya.

Me he quedado noqueada, lo reconozco; me he pasado un buen rato pensando el por qué piensan así. Por eso he sentido el impulso de escribirlo.

Obviamente cada cual puede tener su opinión sobre un tema, pero esa opinión, pienso yo, debería estar basada, o bien en datos, o en la experiencia propia de la persona que la defiende.

Respecto a los datos, yo argumentaba que, a diferencia de la larga lista de hombres malvados, crueles y sanguinarios que nos ha proporcionado la historia, no es fácil encontrar un perfil de mujer cruel, déspota y genocida. No hay un equivalente femenino de Hitler, de Stalin, o del mismo cabrón de Putin, por poner tres ejemplos de hijos de Satanás. No existen listas de lideresas crueles.

Ya, lo sé, la respuesta inmediata es que obviamente las mujeres no han llegado al poder en la medida en la que lo ha hecho el hombre, por eso no encontramos ejemplos; pero el hecho de que no hayan llegado y por tanto, no podamos saber qué hubieran hecho de haber llegado, eso no demuestra que de haber llegado, habrían sido crueles. No sé si me explico… Es una opinión que se basa en una intuición, no en hechos demostrados, ni en la propia experiencia. Creo que ese argumento se cae por sí solo …

Que existan datos estadísticos contrastables de crueldad femenina mayor a la masculina, registrados en bases de datos de institutos forenses, – argumento éste que también se esgrimió – yo sinceramente lo dudo; no obstante, estaría encantada de que me sacaran de mi error. Por el momento, por lo que veo en internet, es más bien al contrario: de los homicidios que ocurren en el mundo, más del 80% es perpetrado por hombres (entendiendo que el homicidio y asesinato son la máxima expresión de la maldad; y el genocidio, su máximo exponente, por volver a la idea de los monstruos, todos masculinos, antes mencionados).

Sin embargo, pese a la falta de respaldo con datos objetivos, las personas que defienden esta idea, la defienden con mucha convicción. Como algo que saben que es así, que no saben por qué, realmente, pero lo saben. Y si tratas de hacerles ver que quizás están basando su razonamiento en prejuicios, te contestan diciendo “es mi opinión”.

Sin embargo, sí se trata, a mi parecer, de puros prejuicios: creencias inculcadas desde pequeño, en nuestra educación judeoCristiana, donde se ve en toda mujer a Eva, la traicionera y pecadora, y enfrente al hombre, Adan, que reúne los atributos de bondad y nobleza. La mujer, pérfida y maquinadora; el hombre sanote y honesto. La mujer, astuta y lista, embaucadora. El hombre, cándido y naïf .

Hace no mucho oí a un profesor y doctor en neurología, mencionar en una conferencia, que de todos nuestros pensamientos y creencias, SOLAMENTE un 10% era atribuible a nosotros mismos, generado por nuestras experiencias y nuestros procesos intelectuales de comprensión, análisis y deducción. El resto, es decir, la mayor parte de lo que pensamos, eran pensamientos adquiridos, o bien por influencias/ inculcación directas de otras personas (padres, profesores, amigos) o inferidos del entorno (medios de comunicación) y la sociedad que nos rodea. Naturalmente, si naces en un entorno muy conservador, encerrado en un pueblo en medio de la nada, tenderás a tener ideas más conservadoras que si naces de padres que viajan mucho y tienen relación con muchas culturas, por solo poner un ejemplo.

Lo que subrayaba el profesor es que en general no somos conscientes de esta realidad, y pensamos que lo que pensamos es nuestro, y nos identificamos con esa convicción y la defendemos a muerte; porque creemos que es una prolongación de nuestro ser. Ahí juega mucho nuestro ego. Si realmente tomásemos consciencia de lo poco que influimos en lo que creemos, de la falta de control que existe ahí arriba, seríamos mucho más flexibles a la hora de defender nuestras –onotannuestras – ideas.

Que dos de las tres personas que defendían esa máxima, – para mi tan falsa, infundada e injusta, por cierto, que no lo había dicho- de que la mujer por naturaleza es más mala que el hombre; que de las tres personas, decía, dos de ellas fueran mujeres, no me extrañó en absoluto, porque me consta que el machismo está presente en nuestro ADN, y las mujeres hemos sido correas de transmisión de muchos prejuicios de generación en generación.

Una de ellas dijo que la mujer era peor que el hombre “porque estaba más cabreada, más resentida con el mundo, por la sumisión a la que ha estado sometida durante siglos”. Es decir, que reconoce una realidad de injusticia en el pasado, y aún así, perpetúa los patrones impuestos por el patriarcado.

Yo argumentaba que la mujer tenía cualidades naturales que la hacían potencialmente mejor para un liderazgo, por su carácter menos competitivo, su naturaleza empática y su natural disposición a la cooperación, en contraposición a la competitividad más masculina… pero mi mensaje no caló, y me fui de allí (me hubiera quedado más rato discutiendo, cosa que me encanta, pero tenía fisio), me fui, repito, con la amarga sensación de que, por muchas manifestaciones que hagamos, por mucho que repitamos el mensaje, que gastemos en educación igualitaria… el cáncer está ahí entre nosotras, y va a ser tremendamente difícil de vencer.

2 comentarios en “¿De verdad que la mujer es más mala que el hombre?

  1. Creo que deberías enviar el artículo a un periódico. Te lo publican seguro.
    Firmo cada una de tus palabras y razonamientos, sólo un matiz, no aseguro que la mujer sea más «buena» o más «mala» que el hombre por el hecho de ser mujer. Creo más en almas que evolucionan independientemente del sexo, y que, como tú bien explicas, están enormemente influenciadas y empujadas por su educación y entorno, por lo que sus acciones «buenas» y «malas» se circunscriben a las ocasiones que la vida les pone por delante: si pueden matar a miles de inocentes con un misil, los matan, si pueden envenenar a su familia con cianuro, lo harán. Hombre o mujer, el bien y el mal está entre nosotros. Unos tienen más oportunidades que otros para revolcarse en él, y sobre todo para regodearse con sus hazañas.

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