Por qué quiero ser vegetariana

No es un simple deseo. Estoy en el camino: no como carne desde hace dos años y medio, y he reducido en buena medida el consumo de pescado, y otros derivados de animales como la leche.

Ya llevo tiempo suficiente en el intento como para haber experienciado reacciones de todo tipo en las personas, cuando tratas de explicar por qué tomas este tipo de decisiones.

Hay gente que siente curiosidad y respeto ante esta opción de vida. Te preguntan, se interesan. Quizás ni se lo habían planteado. Esto ocurre mucho entre los jóvenes, que son más abiertos a los cambios.

Sorprendentemente, hay gente que de alguna forma se siente ofendido, y transforma esa ofensa en un ataque del tipo “esa decisión es una tontería”, o te sueltan la absurdez de “acaso las lechugas no sufren…?” ( no, amigo, las lechugas carecen de un sistema nervioso que les permita padecer dolor…).

Entiendo que lo hacen porque les estás sirviendo de espejo. Todo lo que nos irrita de los otros, está en nosotros mismos.

Trato de no juzgar, y me cuesta, claro que me cuesta, pero por favor, que no me juzguen a mi tampoco. Trabajo la tolerancia, la moderación, e intento no echar demasiada emoción en el asunto. Muchas veces fallo. Estoy aprendiendo.

Pero a lo que iba, que me pierdo…: Mis razones para decidir dejar de comer carne.

Creo sinceramente que decidí dejar de hacerlo cuando nací, es solo que no me había escuchado lo suficiente. Son ese tipo de pasos en la vida que te alinean con algo dentro de ti, y no sabes muy bien por qué. Son las decisiones tomadas en consciencia, que te reportan muchísima paz. Ahí no hay duda posible. Es como debe ser.

Estoy convencida de que si la mayoría de las personas se permitiera levantar siquiera un poquito el velo de desinformación en el que nuestra sociedad nos envuelve, en el que nos envolvemos nosotros mismos, muchos nos volveríamos vegetarianos.

Trataré de exponer mis razones, ahora sí, y así comparto estas reflexiones:

El motivo de la salud y de quererse a uno mismo es suficientemente importante a mi parecer.

Además de que la ingesta excesiva de carne supone elevar las grasas saturadas en nuestro organismo, sabemos que hoy en día la carne que nos venden proviene de animales alimentados con granos transgénicos y atiborrados con medicinas, antibióticos y hormonas para lograr el engorde rápido, y que al ingerirlo eso pasa inevitablemente a nuestro organismo.

Los disruptores endocrinos de los que tanto se habla en Bruselas, y que el ciudadano de a pie ni sabe lo que son, están haciendo que nuestras hormonas se vuelvan locas, y aumenten muchas enfermedades, como el cáncer, el Alzheimer, la infertilidad… Todo esto, ya se sabe.

Los que sólo tengan esta razón, pueden siempre optar por consumir carne ecológica certificada. Pero el voraz mercado no se lo pone nada fácil a estos ganaderos ecológicos, esa indestructible aldea gala en un imperio romano de carnes plastificadas…

Si, si, en principio somos carnívoros… pero hay miles de culturas en oriente que sobreviven divinamente siendo vegetarianos. Hemos evolucionado, a diosa gracias, y ya existen alternativas al alcance de cualquiera. Hoy sí es posible.

Los datos además demuestran que el consumo masivo de carne en el planeta es biológicamente insostenible, pues los cereales y el pasto que come una vaca ocupan una superficie 20 o 30 veces mayor que la que ocuparían los vegetales equivalentes para consumo humano. Es decir, para producir un kg de carne se necesitan 20 o 30 veces más de superficie del planeta que lo que se requiere para un kg de verdura. Y somos ya unos cuantos de más en la tierra… estamos llegando al colapso ambiental. El impacto humano actual no tiene precedentes históricos. Por otra parte, la industria cárnica devasta miles de hectáreas de bosques de rico valor ecológico para extender las tierras de cultivo para pastos, pobres desde el punto de vista de la biodiversidad. Talan y talan selvas enteras, destrozan hábitats y provocan la extinción de especies. Piénsese por ejemplo en la gran extinción de orangutanes que está produciéndose en el Sudeste asiático a causa del monocultivo del aceite de palma…poderoso caballero es don dinero.

Esta razón ya de por sí tiene una lógica social y ambiental aplastante. En lo que elegimos a la hora de comprar, influimos en el bienestar del planeta. Incuestionable. Si te importa el futuro que le dejas a tus hijos, debe importarte tu forma de relacionarte con la Tierra.

Pero mi razón fundamental es más profunda, es ética. Me mueven sentimientos de compasión, porque tímidamente me he ido informando y formando, a la velocidad que mi sensibilidad me ha permitido, y lo que he visto me ha, literalmente, horrorizado. Como decía Paul McCartney: “Si los mataderos tuvieran paredes de cristal, todos seríamos vegetarianos”.

No me entretengo en dar datos. Cualquiera puede teclear en YouTube el corto “Meet your meat” (háganlo, por favor! Hay versión española) y enfrentarse cara a cara con la realidad. O ver el documental “matadero”, que pone rostro a algunos de los millones de animales que cada minuto son sacrificados en el mundo para nuestro consumo o el de otros animales. Hacer nacer criaturas que vivirán en campos de exterminio su corta y miserable existencia, para terminar siendo comida para perros, o peor aún, siendo retiradas de las baldas del súper por agotar la fecha de caducidad… cadáveres que acabarán enmohecidos en el vertedero en su envase de poliestireno; piénsese en qué drama incoherente nos hemos metido nosotros mismos, equiparando la vida de nuestros compañeros de viaje planetario, nuestros compañeros de evolucion, equiparados a un producto para descuartizar, embalar, etiquetar, sacar dinero, o tirar. Da igual. Valen lo que unas zapatillas. La vida de un pollo se mueve en los mismos términos económicos que unas putas zapatillas Nike. Pero interesa económicamente que no te cuestiones el sistema. Que ni lo pienses. Ni te lo plantees. Por eso las granjas de cerdos y pollos las ponen bien lejos de la gente. Que no se vean ni desde la carretera. Para que no te contamine el día.

Eso nos golpea la conciencia.

Y si no lo hacemos, pensar, es porque somos cobardes y sabemos que ver la realidad y no hacer nada al respecto no nos dejaría vivir tranquilos, por lo que preferimos situarnos en la inopia, en la irresponsabilidad del no saber. Como en tantas otras cuestiones en la vida. Porque la desinformación en ésta, como en otras cuestiones, nos conviene. El saber implica tomar medidas.

Y aún hay una última razón aún más profunda que, más que ética, llamaría consciencial: quién soy yo para quitar la vida a otro ser? Quién me otorga a mi ese derecho? Qué soy, dios, para dar y quitar vida? Y teniendo alternativas a matar a otros seres, por qué elegir la muerte? Por qué comer y alimentarme del dolor de un ser? No se queda todo ese dolor ahí, de alguna forma? No está la humanidad misma envuelta en ese dolor infinito que cada segundo provocamos?

No pretendo dar lecciones morales a nadie. Cada uno escoge su camino. Y lo escoge si quiere, y cuando quiere. Yo lo hice con 41 años. Tardé muchísimo en oír mi voz interior.

Ahora me siento en la obligación de ponerlo por escrito, no para evangelizar a nadie, sino porque verdaderamente creo que nuestra sociedad solo conseguirá avanzar tomando decisiones en consciencia. Quiero formar parte de ese cambio.

No conseguiré acabar con el problema de las pateras, o con el tráfico de armas; ni con la pornografía infantil, o la discriminación sexual …

Pero esta opción, ésta sí está a mi alcance. Está ahí!! En las cámaras frigoríficas de Mercadona, en los huevos de gallinas criadas en jaulas, en las chuletas de cordero lechal, en el foi …

En esto sí que puedo decidir.

Y escribirlo.

Lo siento, finalmente me dejé llevar por la emoción…

11 comentarios en “Por qué quiero ser vegetariana

  1. Querida Rocío, no sólo respeto sobremanera tu decisión si no que también la admiro.
    Planteas razones justificadas que nos llevan a pensar que cualquier cambio en el planeta comienza por uno mismo…
    ¡Te quiero amiga!

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  2. Hermana, que bien escribes, hija ¿hay algo que no hagas bien…? Lo que no termino de entender es esa aparente necesidad de justificarte, no ante el mundo solo sino también ante ti misma, por decisiones tan personales. Quizas nos pase a todos cuando cambiamos la forma de hacer las cosas rompiendo nuestros propios esquemas y los de los que nos rodean… es posible. Lo que es meridiano es que tras leer tus reflexiones nadie puede pensar que has tomado un camino a la ligera, momentaneo, influenciada por personas o corrientes, bueno quizás esto sí, es inevitable y es parte de nuestro aprendizaje, escuchar y retener aquello que está en sintonía con nosotros, pero de ahí a las críticas facilones por parte de algunos que opinan que hay sectas o movimientos come cocos… hay un abismo.
    En fin… que independientemente de que el resto del mundo comparta o no, en parte o en su totalidad tus argumentos, lo genial es que para ti tenga todo un sentido tan poderoso, que sepas que haces lo correcto, que sigas buscando esa armonia en tu SER. Y sobre todo que tengas ese don tan maraviilloso de poder compartirlo con todos nosotros aportando un granito mas de conciencia a este loco y desequilibrado mundo. Sigue haciendonos pensar…que buena falta nos hace…
    Love you

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    1. No poder evitar justificarme… cierto, puede que cansada, y como respuesta al fácil recurso a la crítica más tosca por parte de algunas personas. Debería darme lo mismo, “a quien le importa lo que yo haga”, pero no soy tan fuerte…

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  3. Simplemete espero que esta sabia disertación no haya sido fruto de la imbecilidad de esa gente impertinente, intolerante e intolerable de la que hablas. No hagas caso de las opiniones de aquellas personas a las que no le importas lo más mínimo, En todo caso, escucha sólo a aquellas que estarían dispuestas a darlo todo por ti… y remarco… escuchar significa sólo eso… escuchar

    Y la próxima vez que te pregunten si las lechugas sufren diles que tú si que sufres escuchando tantas idioteces

    Lo siento, finalmente me dejé llevar por la emoción

    🙂

    Coco

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