Hace tres años viajamos al Sur de India por estas fechas. Fue un viaje increÍble, en el que tocamos Kerala, Karnataka, Goa, Bombay, y algunas zonas del interior, como el valle de Wayanad, Mysore, Anantapur y Hampi. Una delicia.
Incluyo aquí mi diario de viaje, que escribí a mi familia y amigos por el correo electrónico.
ELLORA Y CABO COMORÍN
Tras el vuelo Madrid-Estambul, Estambul-Mumbay, el primer día aún nos quedaron ganas de volar a Aurangabad, nuestro primer destino en India. Llegamos al hotel Lemon Tree (muy aconsejable, sobre todo el restaurante Tailandés), exhaustos…
Segundo día de nuestro viaje: Día increíble en Aurangabad, visitando los templos esculpidos en piedra de Ellora, y el fuerte de Daulatabad.
Impresiona ver cómo se mantienen en pie las cuevas, algunas con más de 13 siglos de antigüedad. Budistas, hindúes y jainistas. Piedra, piedra y más piedra. Esculturas, relieves, estancias con columnas. Numerosos murales de estuco con pinturas, en los techos y paredes, de personas danzando, besándose… Algunas esculturas muy impúdicas para la mente occidental, muestran parejas copulando en honor al dios shiva. El tantra.
El complejo de Elora merece un día completo para su visita. Nosotros llegamos a las 12:00, y salimos a las 17:00. Y aun nos quedaron por ver algunas de las cuevas, ya que se hallan a kilómetros de distancia las jainíes de las budistas. Ha sido un día fantástico!
A la vuelta, visitamos el fuerte de Daulatabad, magnífica fortaleza erigida en lo alto de un monte, con un acceso repleto de obstáculos para sus enemigos, incluyendo un foso con su angosto puente, y un pasadizo con forma de espiral, totalmente oscuro y repleto de murciélagos…Impresionante.
Llegamos al hotel, duchita, y cena en el resto tailandés, que ya habíamos probado la noche antes y nos había encantado.
Días como hoy son los que hacen de un viaje un gran viaje.
Cuarto día: Hemos llegado al sur.
Ayer viajamos en avión hasta Trivandrum, y de ahí cogimos un coche con conductor que nos llevó al pico más meridional de India, el Cabo Comorín, donde el mar Arábigo y el Océano Indico se dan la mano.
Fue el sitio elegido para liberar de su urna las cenizas de Gandi, y ello incrementa el aire místico de este lugar especial.
Como en toda la India, seguimos siendo objeto de curiosidad por parte de los foráneos: aquí no se cortan un pelo y te hacen fotos con tu permiso, o incluso sin él. De ahora en adelante vamos a estar en muchos salones de India!
Hoy marchamos desde Kovalam a Allepey. Nuestro propósito es coger un house boat que nos pasee por los canales (backwaters) de Kerala durante un día con su mágica noche. Ya os contaremos!

Viaje entre Kovalam y Allepey: paradita pa comer. Precio de un té, 7 rupias, es decir, 10 céntimos de euro!! Almuerzo para tres: 120 rupias, es decir, unos 2 euros . (Esto es en cuanto te sales del circuito turístico…)
ALLEPEY Y COCHIN
Prosigo el relato de nuestra aventura en el sur de India. Seguimos bien, enteros, y sin cagaleras, que ya es mucho!!
Quinto día: House boat en Allepey
Nublado, pero muy agradable. Unos 23 grados de temperatura, y viento fresco. No llueve. Embarcaciones grandes que transportan turistas, mercancía, e incluso muelles de barco. Estamos en una de ellas, cubierta de hojas de palma, con dos plantas, un dormitorio de matrimonio, un baño, cocina … Una preciosidad! Embarcaciones pequeñas que llevan turistas, pescan, o transportan ladrillos. Aquí se vive del cultivo del arroz y del turismo.
Hay casas en las márgenes de los canales, y lavanderas sacudiendo la ropa. Tac tac tac, se oye aquí y allá. También gallinas, cabras, vacas, perros… Hay casas bonitas, probablemente de los dueños de las embarcaciones, y casas pobres, probablemente de los campesinos que cultivan el arroz. Palmeras, palmeras y más palmeras. Y jacintos de agua flotando.
Se oye el agua, el suave rum rum del motor, y sobre todo, los pájaros, una especie de cuervos que deben ser propios de los arrozales.
Aquí se respira mucha tranquilidad, mucha paz.
Séptimo día: Ayurveda y Cochín
Hemos llegado a Cochín, antiguo centro comercial para el intercambio de especias. Aquí estuvieron los romanos, los portugueses – Vasco de Gama al frente-, los holandeses, y finalmente los omnipresentes británicos; este lugar rezuma historia y un apasionante pasado.
Ayer visitamos el palacio de Mattancherry, lleno de murales policromados y fotografías de los antiguos virreyes de Kerala. Es curioso ver las vestimentas de los indios de aquella época, y sus serias caras, tan antiguas… Nos recordó al anterior viaje que hicimos a Rajastán, donde con frecuencia vimos pinturas y cuadros de dinastías y dinastías de Marajás, todos tiesos y regios, rodeados de riqueza y boato.
Después vimos la Sinagoga de Cochín, porque sí, también aquí llegaron los judíos, nada menos que en la época en que fueron expulsados de Egipto! Es un lugar de una intensísima carga espiritual, pintado de azul claro, cerrado por gruesos muros y enormes ventanas de madera maciza, con cristales y contraventanas, que filtran una luz mágica, que baña el suelo con azulejos pintados de azul y blanco, y lo mejor, una inmensa colección de lámparas de hierro y cristal que visten todo el techo del recinto. Momento de silencio y recogimiento, que también debe haberlos de vez en cuando.
Paseo por el barrio judío, repleto de galerías de arte – realmente es el lugar más moderno que hemos visitado en India- , y a las 18:00, clases de cocina de la región de Kerala. ¡Muy chulo! Aprendimos a hacer curry de pescado, thoran, masala de calabaza, y chapatti. Y luego nos lo zampamos todito!!! Espectacular cena!! Conocimos, como es habitual en estas situaciones, a otros viajeros con un rollo muy divertido: dos jovencísimas danesas que estaban haciendo un viaje de tres meses y medio por Tanzania, Zanzíbar, Sur de India, y que ahora iban a Tailandia y Camboya. ¡Casi ná! Y una pareja de recién casados británicos que contaban con horror su experiencia en un centro ayurveda. Ella nunca había sentido seis manos masajeando todas y cada una de las partes de su cuerpo, estaba impactada!
También tuvimos experiencia en un centro ayurveda, en Allepey, aunque yo no diría que tan negativa… Bueno, para mi fue un poco chocante que me preguntaran: «te importa si el masaje te lo da un hombre?» yo enseguida contesté que no, pues me tengo por liberal y abierta de mente! Nan, protector, dijo «no hay problema, entiendo que sois profesionales!». Y allá que fui. Pero es que el masaje ayurvédico es mucho más que nuestros inocentes masajes accidentales! Pa empezar, te tienes que poner en pelotas picada, a lo que me negué parcialmente: al menos conservaría tapadas mis partes pudentas! No pude relajarme del todo en toda la hora de masaje, pero poco a poco me fui concienciando a mí misma: «esto es India, esto es distinto, relájate!». Nan me cuenta que mientras se hacía su masaje, escuchaba corretear ratas en el tejado. Yo afortunadamente no las sentí, pero doy fe de que esto es lo menos parecido a un spa occidental que se pueda encontrar!
En estos momentos de lectura y relax en nuestro precioso hotel colonial de Cochín, esperando que amaine la lluvia para seguir conociendo cosas, me acuerdo mucho de mi hermana, que está iniciando una etapa de su vida fascinante. Os enviamos mucho amor desde Cochín!!!
WAYANAD Y MYSORE
Día 11 de nuestro viaje: Hemos andado perdidos de internet en medio de la selva durante 3 días. ¡Ha sido toda una experiencia!
Dejamos por fin Cochin, con su maravilloso hotel colonial Old Harbour ( tomen nota, señores, por si van a Cochin). Cogimos un tren tela tela de indio, desde Cochín a Calicut. El periplo en tren, como siempre en India, una aventura en sí misma, con cientos de distracciones por el camino: las estaciones llenas de gente varipinta, los vagones de tercera atestados hasta lo imposible, en nuestro vagon, de 2 AC, vendedores de té continuamente pasando, un frío polar por el aire… Viajar en tren en India es un must! !
En CALICUT nos recogió el chófer del hotel, y tras tres horas subiendo montañas, llegamos al paraíso. El resorte TRANQUIL, que encontramos en la revista Traveller, está en medio de una enorme plantación de principalmente café, aunque también cultivan té, frutas y especias. La estancia allí consiste en abandonarte al más absoluto relax, dar paseos enormes por las distintas rutas de senderismo: Brave Heart, Indiana Jones, y hasta 10 rutas, a cada cual más bonita, algunas de 30 min, otras de 6 horas! En el camino ves todo tipo de aves ( presumen de ser un santuario ornitológico, me acordé mucho de mis compis pajareros), animales como el oso hormiguero, el jabalí, y con un poco más de suerte, elefantes en libertad y tigres – éstos no los vimos- y bichos de todos los colores: arañas, termitas, e incluso sanguijuelas! ( una de ellas me saltó literalmente al zapato, menos mal que yo fui más lista y conseguí sacarla antes de que se me enganchara!!)
Lo mejor de Tranquil es el ambiente de familia que crean entre los huéspedes. Por las noches se hacen veladas en corrillo con los propietarios, y cada uno cuenta una cosa, a la luz de la luna, el sonido de los búhos, y con una enorme kingsfisher fresquita en la mano. ¡Así imposible no hacer amigos! Hemos conocido a dos parejas de británicos, una de ellas que viven en Bangalore, y ya estamos invitados en su casa cuando vayamos por allí! Esto ha sido un curso intensivo de inglés, believe me!!
Ayer llegamos a Mysore: vuelta al caos indio! Nos apetecía darnos un baño urbano, así que anduvimos un par de horas por sus calles más populares, entre talleres de costura, tiendas de venta de saris, de especias al peso, sonidos de claxon, vacas en medio de la calle… Y llegamos al palacio iluminado de Mysore, ¡magnífica estampa! Hoy lo visitaremos de día (aun son las 8:40).
Se me termina mi hora de wifi… Acabo ya. Solo deciros que esta tarde partimos a Anantanpur, sede de la Fundacion Vicente Ferrer, donde seguro que viviremos una experiencia totalmente distinta, y que estamos muy emocionados!
ANANTAPUR – FUNDACIÓN VICENTE FERRER
Ya es nuestro segundo día en la FVF y resulta difícil poner en palabras todas las experiencias, las sensaciones, los sentimientos…
Llegamos el martes, tras un largo día de viaje, primero en tren, unas tres horas, y luego en coche, otras tantas.
Nos dieron una de las casitas para visitantes que tiene este enorme campus. Es perfecta: saloncito, cocina, dormitorio y baño. Todo ello en unos 25 metros cuadrados muy espartanos. Enseguida percibimos el ambiente de campamento que tan acertadamente han sabido crear aquí: lugar arbolado, tranquilo, con una biblioteca, una sala de proyección donde Ana Ferrer y su hijo Moncho reciben calurosamente a los visitantes, y una cantina con una comida India vegetariana muy adaptada al gusto español: por fin sin pique! Nuestro estómago lo ha agradecido.
Nuestra primera visita fue a una escuela en la que se han agrupado tres: una para niños con retraso mental, otra para invidentes y otra para sordomudos. En una zona en la que tener un hijo supone una maldición, la FVF es la única esperanza de futuro para estos niños.
Fuimos también al principal de los cuatro hospitales que hay en el distrito. Nos impresionó lo agradable del sitio, construido todo en una planta, con muros abiertos con celosías a jardines y patios integrados, con árboles de mango, para que las familias que esperan lo hagan en un entorno amable. Y las instalaciones son asombrosas: cuatro quirófanos, dispensario, sala de monitores, partos, radiología… Incluso un pabellón especial para enfermos de Sida.
La visita continuó a un orfanato para niños con VIH que acaban de abrir hace dos meses. Fue muy conmovedor, verlos bailando y queriendo hacerse fotos con nosotros, tan felices.
En esta paupérrima región es bastante común que los hombres vayan a trabajar a otras regiones más prosperas como temporeros, y allí contraían sida con prostitutas, que luego contagian a sus mujeres. Ahora existe un programa de la FVF para prevenir que nazcan más niños con sida, gracias a una detección precoz y la consiguiente administración de retrovirales durante el embarazo. Otra de las cosas que hemos visitado ha sido un programa de nutrición puesto en marcha con ayuda de financiación española. El programa «de los huevos» como le llamó Moncho Ferrer, asegura que en las aldeas más remotas se administre, a niños, mujeres embarazadas, personas mayores y enfermos, cada día una papilla hecha con un cereal altamente nutritivo, y cada dos días un huevo duro. Esto previene muchos problemas futuros. Tuvimos la ocasión de repartir nosotros mismos los huevos y fue muy emocionante.
Quizás lo mas impresionante que hemos hecho, por lo crucial del momento, es inaugurar 21 viviendas que ha hecho la FVF. Cuando nos bajamos Nan, Xavi, y yo del coche, ¡nos acojonamos ! La banda del pueblo, y todos los vecinos nos esperaban, con un gran cartel «WELCOME», flores, guirnaldas, frutas, cocos… Ni en bienvenido Mr Marshall !! Tuvimos que cortar las cintas, hacer bendiciones con cocos, e incluso dar un discurso por el micro!! Muy heavy!! Boatos y momentos estelares aparte, es emocionante ver la felicidad de una pareja de recién casados, que se mudan a un espacio no mayor de 20 metros cuadrados, con suegra incluida a veces… Qué diferente es todo aquí.
De esta pequeña incursión al mundo de las ONG en general, y de FVF en particular, nos queda la sensación de que la vida tiene muchas caras, y a veces vivimos mirando solo hacia un lado. Abrir el ángulo, y abarcar otras realidades es no solo constructivo y muy positivo, sino altamente gratificante.
HAMPI Y GOA
Día 19 de nuestro viaje: El complejo arqueológico de Hampi se extiende varios kilómetros cuadrados cerca de Hospet, en el céntrico estado indio de Karnataca. Nada más llegar, su paisaje cincelado por el viento nos transporta al Torcal de Antequera, pero con ruinas de más de cinco siglos, campos de arroz y plataneras. El lugar es mágico.
Llegamos del tren nocturno cansados, hacía un calor asfixiante, y Nan tuvo la estupenda idea de alquilar una moto: yupiii! nuestro día cambió! recorrimos monte arriba monte abajo, entre baches, charcos y perros buscavidas, magníficos ejemplos de la arquitectura indomusulmana. Nos cruzamos con gente que habíamos conocido en la FVF, así que hicimos una pandi motera, mucho más entretenido! Subimos 571 escalones hasta el templo de Hánuman, el dios mono, y tuvimos que sortear a sus celosos guardianes-también ellos monos-q trataban de robarnos la cámara de fotos. Arriba, un templo de esos que sólo podría existir en India, con santos barbudos cantando, tambores, música de citara, incienso… Dicen que ese monte es uno de esos sitios cargados de energía positiva, un punto telúrico.
Pero llegó el monzón con su mala leche, y para llegar al hotel, aun tuvimos que hacer 14 km, de noche, en ricksaw, calaítos hasta los huesos… cada vez que pasaba un coche nos inundaba el vehículo! Vaya viajecito! Pese a estos pequeños grandes inconvenientes, Hampi es una joya escondida en el centro de India, que nos cautivó.
Y luego llegó Goa, el estado costero, colonia portuguesa hasta hace muy poquito, después colonizado por los hippies, y por fin por las multinacionales hoteleras! No paró de llovernos en los dos días, así que adiós a la piscina y al baño en la hermosa playa llenita de cocoteros. Nos centramos en visitar antiguas casas coloniales – bellísimas-, fuertes cargados de historia, y las impresionantes iglesias de la antigua capital, la Vieja Goa. En una de ellas está el cuerpo incorrupto de San Francisco Javier, ¡impresiona! Reflexión: cristianismo asentado hace cinco siglos en tierras paganas, Goa es a Portugal, lo que Cuba y México a España. Es muy interesante ver iglesias católicas de la misma época, tan similares, y tan alejadas en el mapa! El sincretismo aquí también es patente: allá donde en Cuba era Yemayá, aquí permanece Shiva. Y los restos de la intolerancia de aquella época también se recuerdan, también aquí llegó la terrible Inquisición.
Precioso estado, en cualquier caso, al que habrá que volver entre noviembre y febrero, cuando brille el sol!!!
Algunas fotillos pa aliñar tanta palabrería:

Moteando por Hampi con las colegas de la FVF, las tres que van en una moto (práctica muy habitual por aquí)
BOMBAY Y FIN DEL FOLLETÍN
Nuestro último destino en la India: Bombay, «bahía buena» – bueno, ahora los indios le han cambiado el nombre a Mumbay, pero yo me obsceco en seguir llamándola por el nombre que le dieron los portugueses-. No es para nada como imaginamos que sería. No casa con el recuerdo de gran metrópolis destartalada que teníamos de nuestra visita a Delhi, hace 7 años. Aquí la pobreza no se hace tan patente, aquí no hemos visto a niños tirados en el suelo cubiertos de moscas, ni cloacas a cielo abierto, ni mendigos churretosos en cada esquina. Bombay es más amable, más cálida. No sabemos si esto es debido al salto temporal, porque India ha evolucionado, o porque nosotros mismos también lo hemos hecho y ya no nos impresionamos tan fácilmente ; o simplemente, es que la hermana sureña ha recibido los mejores atributos. Y esta percepción de diferencias entre ciudades del norte y sur, la hacemos también extensible a todos los lugares visitados. En general, el sur es más fácil, más limpio, más desarrollado, menos hiperpoblado que el norte de India. Para un primer viaje a este país, quizás recomendaría comenzar con esta versión más light de la misma cultura fascinante.
El hotel Taj Majal es probablemente el mejor sitio para alojarse en Bombay. Un hotel cargadísimo de historia, toda una institución que ha visto pasar por sus hermosos salones y galerías a emperadores, reyes de todo el mundo, diplomáticos, intelectuales, artistas, estrellas míticas de cine … Sus paredes están cargadas de fotos de personalidades del S XX. Un lujazo que nos pudimos permitir gracias a la habilidad de Nan para encontrar, con tiempo, buenas gangas hoteleras. Eso sí, nuestra entrada fue triunfal: tras una noche en tren nocturno, llegamos muy temprano (había que aprovechar esta joya de hotel al máximo!) y no hubo tiempo ni ocasión para cambiarse, así que allí que me planté yo en la recepción en pijama!! Jaja! Hotelaco de cinco estrellas, y yo con mis pantalones pijameros y mi camisón, disfrazando mi atuendo con un fular al estilo hindú… Con dos cojones! Y es que, aunque parezca increíble, en ninguna estación india es fácil encontrar un lugar lo suficientemente limpio para dejar la mochila, abrirla, sacar la ropa…
Aparte de visitar los puntos clave de la ciudad, como la puerta de India, las Torres parsis del silencio, las lavanderías a cielo abierto, la impresionante estación Victoria… nos relajamos en las calles adyacentes al hotel, y sucumbimos al encanto de las tiendas de cashemire y pashminas, antigüedades, joyería… La India es un pozo de curiosidades sin fondo! Comimos en el mítico café Leopold: Qué ambiente, que energía despide este lugar, lleno de gente a rebosar, que ofrece una carta India adaptada al paladar del de fuera. Qué buen rato echamos! En la pared aun se conservan las balas del atentado de paquistaníes radicales de 2008,que acabó con la vida de más de 20 personas sólo en este café, en menos que canta un gallo. En nuestro hotel estuvieron tres días con sus noches los terroristas, atrincherados, con rehenes, hasta que le metieron fuego a lo que pudieron para, a través de los noticieros de todo el mundo, dar mayor publicidad a su causa. Muy triste.
Y por fin, apurando para coger nuestro avión de madrugada, hicimos algo que veníamos queriendo hacer desde el principio del viaje: ir al cine a ver una película de Bollywood! Y menuda experiencia! En el cine todo nos resulta curioso: desde la taquilla, de madera oscura, las entradas, de esas rosas de papel reciclado, escritas con boli, el ambigú, todo te transporta a otro tiempo, hasta el himno nacional que te plantan antes de la peli, y ante el cual todos los espectadores se levantan orgullosos, mano en el pecho, cantándolo con pasión. Miradas de reojo, a ver qué hacen estos dos guiris mientras tanto…Pues levantarnos y cantarlo también, of course!
He de reconocer que a la mitad de la peli me quedé roque, primero porque empezó a las diez, y duró la friolera de 2 horas y 45 min, y segundo, y principalmente, porque era en hindi, y no tenía subtítulos!
Cierro este viaje con una conclusión: me reafirmo en la percepción que este país me causó hace siete años. Viajar a India es transportarse no sólo en el espacio, sino también en el tiempo, a una época de norias de agua en mitad de campos, de carros tirados por bueyes, de vacas sagradas que hay que sortear, de vendedores ambulantes que venden todo tipo de cachivaches, de asadores de castañas y maíz, de lavanderas en el río, vestidas con maravillosos saris, de botones inmaculados en hoteles de cuentos orientales, de oscuros y húmedos templos con rituales medievales… Y es también un viaje más interno, a otra civilización, a otra cultura, a otra forma de vivir y de sentir. Aquí donde la espiritualidad de las personas hunde sus raíces en cinco milenios de creencias ancestrales, el materialismo de occidente difícilmente podrá hacer mella. Dudo, y confío en que no podamos exportarles nuestro ritmo, modelo de vida y valores a tan ingenuas, bondadosas y a la vez, sabias gentes, gente que tan admirablemente, tan heroicamente, consigue hacer de lo que a nosotros nos parece un contexto pobre y miserable, su manto de felicidad.




















